Los ríos púrpuras tras tus mejillas
señalaban algo… ¡pudor!
La mirada, ahora mis pesadillas,
señalaba algo… ¡pudor!
Porcelanas manos, cruz de tu pecho,
ocultaban algo… ¡pudor!
La oscura tiniebla sobre mi lecho
ocultaba algo… ¡pudor!
Mis ojos acostumbrados
a la oscuridad invidente,
lloran, se tornan pesados
al comprender lo evidente.
Infiel de mi corazón.
Dolor, ¡pudor!
Tú, él…
¡Mi mujer!
¿Y yo… qué?